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miércoles, 15 de octubre de 2014

Trozos de paraíso #Cuba

Cayo Blanco. Matanzas, Cuba.

Si existe un lugar para desconectarse, ese es Cuba. El internet es escaso y lento, mayoritariamente sin wifi, así que una vez comprobado in situ, opto por apagar el iphone (cosa que creo no había hecho jamás) los 10 días que durará el viaje.

Cabe destacar que el trayecto a Varadero desde Santiago Chile es largo, sobretodo en clase económica y con escala en Lima, tiempo promedio de 8 horas y media, que con la escala y esperas en los aeropuertos puede llegar a 10 o 12, y el transporte La Habana-Varadero suma 3 horas más.

Pero lo vale. Nada más iniciar el viaje por Matanzas y ver las casas empinadas en la orilla de un mar que parece taza de leche empieza a entusiasmar. Como llegamos de noche no vimos la playa de Varadero hasta la mañana siguiente. Un hermosa ribera color turquesa de aguas tibias y mansas con 22 kilómetros de arena blanca que recorrimos en dos días, mezclando los pasos con zambullidas reiteradas para paliar el calor.

Como en todo clima tropical, nos topamos con dos tormentas eléctricas, que se fueron tan rápido como vinieron, que se llevaron dos playas de alrededor con todo y sombrillas. Pero quedaron tan hermosas como siempre cuando el sol volvió a brillar.

Y si Varadero es hermoso, que decir de Cayo Blanco, aún más sosegado y cristalino, donde parece que las horas se detienen y el tiempo se torna infinito. Sol, mar, silencio y naturaleza. Para alguien como yo que se nutre del sol (y que seguramente en otra vida nació en el Caribe) el escenario perfecto.

Las personas y el ambiente, otro punto a favor, divertidos, amables y galantes ¡en la vida me habían dicho tantos piropos!, casi todos con una sonrisa, una conversación casual, pero íntima, que no se estila en las grandes ciudades. Vivir a otro ritmo y como si todos nos conociéramos desde siempre.

Paramos también por la La Habana Vieja y sus murallas (lo que queda de ellas) y La Habana moderna, que aunque se llame así parece detenida en 1950. No la conocimos en profundidad, pero hicimos recorridos históricos por sus calles adoquinadas, edificios patrimoniales y museos que nos dejaron encantadas. No hay nada más inspirador, para los que gustamos estudiar la historia, que transitar entre los fantasmas del pasado y ver las letras plasmadas en las paredes.

Recorriendo La Habana moderna en un Chevrolet descapotable de 1950

Como siempre, me quedé pensando que tengo que volver algún día, pero en el retorno a Santiago, mi ciudad me pareció más bonita y misteriosa, y no en desmedro de Cuba, de Varadero, ni la Habana (ni ninguna ciudad que haya visitado fuera de Chile) todo lo contrario. Cuando uno está de viaje tiene los ojos más abiertos y las ganas de descubrir más atentas. Creo que deberíamos levantarnos así todas las mañanas, ¿Que pasaría si yo no viviera acá y sólo estuviera de paso? Probablemente trataría de conocer lo máximo en el tiempo que tuviera disponible y me maravillaría con la arquitectura, el cerro San Cristóbal en medio de la ciudad, el tren subterráneo y todos los encantos que ofrece la capital.

Hacer el ejercicio diario de ser un viajero aún cuando se esté detenido, porque estar realmente detenido es imposible. ¿Las posibilidades? Infinitas.


viernes, 11 de julio de 2014

Retroceder el tiempo #CartagenadeIndias

Puesto de fruta, Ciudad amurallada, Cartagena. Colombia

Tengo depresión post-vacaciones. Acabo de regresar de la alegre Colombia en temporada estival, al frío invierno de Santiago.

Y es que me enamoré de Colombia. El mar tibio, el clima veraniego (que además dura todo el año), la alegría y calidez de su gente. 

He llegado a una pequeña bahía llamada Taganga, un lugar muy apacible donde la gente vive relajada y con una vida casi opuesta a la que tenemos en las grandes ciudades. Estuvimos allí el día que Colombia le ganó a Uruguay un partido del mundial y todo el mundo con su camiseta amarilla ha bailado hasta tarde en las calles, y hasta fuegos artificiales ha habido. He ido hasta Minca a correr una maratón en un paisaje maravilloso donde he comprendido a cabalidad las historias de García Márquez y donde casi muero (esa es una historia larga que puedes leer acá), pero que finalmente he superado, feliz. He recorrido Santa Marta, la belleza de Tyrona y sus lindas playas verde esmeralda.

Pero lo que más me ha gustado ha sido Cartagena de Indias. Hasta me gusta como suena, es un nombre con historia. Y la historia parece detenida en las paredes de la ciudad amurallada y sus casas coloniales, en las callecitas estrechas y los pequeños adoquines. Nos quedamos en un pequeño hotel dentro de las murallas y por las noches las luces tenues de los faroles, la vida en las plazas (el clima permite sacar las mesitas de los restaurants y bares al aire libre) y los paseos en carruajes de caballos, la convierten en una postal de ensueño y casi puedes ver al mismísimo pirata Drake por sus calles.

Recorrido nocturno por la Ciudad amurallada, Cartagena. Colombia

Además su geografía de zona costera accidentada e irregular te permite disfrutar de la hermosa vista en la península de Boca Grande y Barú, del delta de la bahia de Cartagena, las lagunas costeras y las paradisíacas Islas del Rosario.

Boca Grande, Cartagena de Indias, Colombia.

Cierto es que, como destino turístico, hay muchos vendedores y publicidad a su alrededor. Aún así, y si sabes lidiar con ello, me parece un imperdible. Aunque hayamos sido los conquistados y reneguemos de ciertos pasajes de la historia, ésta ya se escribió, y en algunos lugares del mundo, como en Cartagena, la letra todavía está en las paredes.

Paseo por las calles de la Ciudad amurallada, Cartagena. Colombia

martes, 10 de junio de 2014

Preparando las maletas #Colombia

Santa Marta. Colombia

Como no hay plazo que no se cumpla, el invierno esta 'ad portas', el frío ya se deja sentir y mis aplazadas vacaciones apenas a dos semanas.

En este momento, con los dedos congelados en el teclado, miro las postales de mi futuro destino y sonrío feliz.

Como para estas vacaciones decidí unir mis dos grandes placeres: viajar y correr, me dirijo rumbo a Santa Marta, Colombia, a mis primeros 42k de trail en la Sierra Nevada de Minca. Para ello he entrenado a full bajo la lluvia y hasta la nieve (por nuestra estación) así que espero mi cuerpo aguante bien el esfuerzo a 30°.

Luego de eso me abandono por Santa Marta y hasta Cartagena de Indias a la playa y el sol, y todas las bellezas de la zona que he encontrado en San Google para visitar.

No hay como la sensación adictiva de buscar un nuevo destino y ponerse a planear con un mapa, la expectativa de lo nuevo, que siempre, es superada con creces por el viaje en sí mismo.

Ya casi todo listo para esta nueva aventura...impaciente.

martes, 11 de marzo de 2014

Reload #LaSerena

Avenida del Mar, La Serena, Chile

Finalmente me escapé un par de días al norte siguiendo al sol (escaso ya por éstas épocas en nuestra costa central) para recargar baterías. Cinco días tendida en la playa, recorriendo la costa en bicicleta, trotando por las mañanas (que el entrenador no me dio libre) y comiendo mariscos.

Ha sido una excelente idea, más agradable porque los turistas ya se hayan marchado y las hermosas playas están casi desiertas dejando que el sonido del mar te acune en la arena y duermas esas siestas plácidas donde te olvidas de todo.

He regresado como nueva, llena de energía a finalizar todo lo que tengo pendiente. Me he traido en los bolsillos un poco de esa brisa, para llenar mi depa y mi oficina y prolongar el verano unos días más.

¡Cómo extraño vivir en la costa!


Avenida del Mar, Coquimbo, Chile.

miércoles, 15 de enero de 2014

Verano sin vacaciones

Montañita, Ecuador.

Este año he pospuesto mis vacaciones de verano por distintas razones (que radican principalmente en llenarse de proyectos con plazos fatales cercanos) y levantarse todas las mañanas se me ha hecho pesadísimo sólo porque no existe fecha fijada, pasajes comprados, ni planes en cartelera.

Santiago a 34° no ayuda. Y aunque me distraigo con el entrenamiento y las clases de Ilustración, una vocecita me repite en la cabeza constantemente que no importa lo cansada que me sienta falta muuucho para poder hacer una pausa (o tirarse de guatita al sol, bien lejos y sin ninguna obligación, como me gusta a mi)

Pasa que además, de marzo a mayo, tengo unos eventos importantes donde mi presencia es imperativa y categórica . Eso deducible del tono que usó mi jefa para advertirme que si no salía ahora me fuera haciendo la idea que sería en junio. Y sin presiones ni mala onda, más bien como ¡sabes que esto no va a funcionar si no estamos las dos acá! Instándome a que saliera ahora, en verano, pero yo ya comprometí mis tiempos y finanzas en otras cosas.

He dormido toda la semana con los dientes apretados y apenas puedo doblar el cuello y aunque parto a correr cada vez que siento que colapso, no ha sido suficiente para calmar el estrés e intoxicarme de endorfinas.

Así que hoy he estado un buen rato sacándome pica a mi misma con  fotos de los días de descanso, pensando en que junio llega pronto y que podría arrancarme al otro hemisferio a buscar el verano.

De todas formas aspiro a que las cosas que me tienen ocupada por estos días den sus frutos antes que eso y hagan valer la pena el esfuerzo.

Porque la parte más difícil de los logros es cuando toca poner las ganas y el trabajo, sobretodo  en esta etapa en que ni estás segura si todo saldrá como lo imaginas...pero pasa que yo siempre me he tenido demasiada fe ¿y si no quién?

martes, 18 de junio de 2013

Algo de mi frío en tu invierno

 Dibujo rápido con lápiz pasta (esperando el invierno)

Y retorna velozmente la estación fría mientras reniego por las mañanas, entre dientes, la humedad que me cala los huesos, la niebla que apenas me deja ver la marcha, el silencio oscuro del día que se retrasa.

Miro al cielo buscando la lluvia que no viene, mientras el pasto se quiebra al borde de las aceras.

¿Dónde se metió enero y sus risas salvajes en esta danza oscura? ¿Dónde duermen las flores azules que se perdieron el amanecer?

Y yo, que obtengo mi energía de la estación cálida, me voy apagando hasta que las ideas y los sueños se congelan, hasta que la temperatura me paraliza los sentidos.

Tomo los lápices y me visto de lluvia.
Porque dicen, que después de la lluvia, siempre sale el sol.

martes, 12 de febrero de 2013

Viaje a la mitad del Mundo #Ecuador


Dibujo rápido con rotuladores.

En días como hoy el sol nos abraza con 32° adormilando hasta nuestras mejores ideas. En estos días en que la mitad del país está de vacaciones y los que no, circulamos destilando cansancio por las calles de la capital, yo me concentro en mi próximo destino de viaje a la mitad del mundo.

Me encanta volar, y a veces pienso que soy de aquellos sin raíces, ni anclas y tal vez algún día la brisa me lleve lejos y no me traiga de regreso. Por lo pronto, después de recorrer bastante Chile y una vueltecita por el continente viejo, decidí conocer Sudamérica. Si buscas, San Google mediante, hay miles de hermosos destinos dependiendo del gusto de cada quién.

Yo, que siempre he sido de museos y palacios y fiel admiradora del mundo antiguo, me enamoré de los colores del Caribe en Venezuela. El mar, los animales y la comida reflejados en la ropa y en los rostros. La alegría floreciendo sobre la piel.

Hoy, en un día rutinario de oficina, saco  mis rotuladores y hago un dibujo rápido. Para cuando lo termino ya estoy sonriendo nuevamente y soñando con los días que fueron...con los días que vienen en apenas tres semanas.

Aguante Ecuador que allá voy!!!!



jueves, 8 de septiembre de 2011

Mudanza primaveral

Ilustración de Patricia Metola

Mi estación favorita del año se acerca veloz. Y sí, soy alérgica al polen y a los plátanos orientales, pero no me importa en absoluto la congestión ¡Adoro la primavera! las flores asomando su nariz entre las hojas, las nubes blancas y limpias a pintones en el cielo, el viento de septiembre derribando volantines, las ventanas abiertas y el sol entrando por todos lados.

El fin de semana nos hemos cambiado de departamento ¡Al fin a las alturas y con vista de todo Santiago! Y como las orugas que se transforman en mariposas le hemos dado a nuestra casa aires nuevos y hemos comprado sillas rojas, cortinas de colores, plantitas y flores (entre muchas cosillas más).

Ahora tenemos una terraza en el living y también en el dormitorio, donde la luz natural me despierta tempranito en las mañanas del week end (que los días hábiles yo me levanto una hora antes que el propio sol). Y ahí hemos puesto nuestro arbolito esperando con ansias sus primeras flores.

Es como tener una croquera nueva. Con todas las ideas dando vueltas y las hojas blancas esperando que se plasmen.

Todavía hay muchas cajas esperando ser abiertas porque la semana ha sido full en la oficina y el tiempo escasea. Pero ya vamos haciendo una lista que está pegada en la puerta del refrigerador con todas las cosas que se nos ocurren o que faltan, para ponernos a trabajar sábado y domingo.

Mañana inauguraremos con una cena para los dos celebrando este aniversario en las alturas. Y yo todavía pensando en alguna sorpresa (más sorprendente que todas las cosas buenas que nos han pasado en este tiempo en la capital) y feliz y agradecida de tantas sonrisas.

martes, 21 de junio de 2011

Solsticio

(Bahía Pelícanos, Horcón.V región, Chile)

Hoy a las 13:16 horas ha llegado oficialmente el invierno, aunque la tormenta lo venía anunciando desde el sábado con bombos y platillos.

Un nuevo solsticio.
No sé porqué razón la palabra me suena a embrujo y sueño con seres mágicos danzando alrededor de una fogata, lanzando hechizos, cantando a la luz de la luna en un bosque a orillas del mar.

Reconozco que para vivir me gustan las grandes ciudades y su bullicio (por algo estoy radicada actualmente en Santiago), sin embargo soy mujer de la costa y debo escaparme al mar cada tanto, porque me gusta dormir al son del rompeolas y acunarme con la melodía de las gaviotas en la playa.

Menos mal que este país tiene una costa extensa y cercana, apenas a hora y media de la cordillera. Costa plagada de un sin fin de pequeños poblados donde puedes encontrarte con esos seres mágicos y conversar con la naturaleza, donde puedes hacer tu propia fogata a la luz de luna para festejar el solsticio, donde todos los bosques se caen inevitablemente al mar.

Este fin de semana, la tormenta (una de las mejores que he visto en años) me sorprendió en la costa y he saboreado el invierno con toda su furia. Me ha mirado de reojo justo antes de azotar mi cabeza mostrando toda la belleza de su gris azul.

Me he traído en los pulmones toda esa brisa. Y un poco de las gaviotas, y un poco de sal. Y hoy, a la hora del solsticio, el invierno me ha hecho un guiño: desde la cordillera nevada, en la cima, el sol tras los nimbos se ha puesto a llorar.


(Playa Chepica, El Tabo. V región, Chile)

miércoles, 15 de junio de 2011

Días de invierno

(en la oficina sin lápices, apenas un dibujo en el pc...)

Extraño las horas de luz, es lo que menos me gusta del invierno.
Me levanto tempranísimo, cuando llego a la oficina apenas ha aclarado y a la hora de salir ya está oscuro denuevo. Y, aunque adoro mi trabajo siento que pierdo las mejores horas del día detrás del escritorio.

Para constrastar un poco lleno de color mi ropero y cabellera, que si no el ánimo también se me pone gris apropósito de nada. Esta semana he pegado unas fotos gigantes de París y Nueva York en mi oficina para sentirme menos encerrada y el que ha entrado ha comentado alguna añoranza, anécdota de viaje o suspirado por unos cielos que no conoce.

Contra todo pronóstico este invierno ha sido movido. Llevo un mes en mi nueva empresa y cargo y hoy el boss me ha felicitado. Dice que le he dado un aire nuevo a la marca y las estrategias y que todo el mundo está contento con mi trabajo, de hecho se aprobaron todas mis nuevas propuestas en tiempo récord y asignado unos proyectos bastante interesantes. Justo hoy que venía pateando las piedras por los madrugones y el frío...pensando, en esas horas con las ideas entumecidas, que me iba a tomar un tiempo sabático sólo para dormir.

Supongo que estamos poco acostumbrados a recibir elogios pues pude notar como me sonrojaba (porque me quemaba la cara) mientras se comentaba mi trabajo y además de asentir creo que esbocé un tímido gracias mientras seguía analizando y explicando mis propuestas.

De todos modos la reunión me ha traido rayos de sol ficticio y he andado de humor primaveral todo el día.

Creo que los pensamientos se van condicionando y que mi rechazo al invierno es producto de años de encerrarme si había lluvia (cuando era chica si llovía ni siquiera me mandaban al colegio) y de repetir mil veces que odio el frío. Si es así empezaré a jugar a la inversa. Estuve pensando en eso toda la tarde y como no traje los lápices de colores hice el dibujo de arriba con el mouse, para adelantar, porque si no lo dibujo se me olvida y mañana me levanto otra vez refunfuñando.

Siempre digo que las cosas son lo que uno proyecta, alomejor para estas cosas simples, como aceptar no más que es invierno, también opera así.

Así que me retiro, con el ánimo de mi dibujo, porque cuando todo está bien, un día gris debe tener algún otro significado.

lunes, 11 de abril de 2011

La primera lluvia

(Ilustración de Eugenia Novati)

Ha caído la primera lluvia. Las hojas han resbalado de los árboles con la fuerza del agua y por la mañana el Otoño se ha adueñado de golpe de aceras y esquinas.

Ha caído la primera lluvia. Comprendo que el invierno ha sido invocado y se acerca a velocidad ciclónica, puedo oírlo en el viento que ha cambiado su textura, puedo saborearlo en la neblina matinal.

Se me ha antojado una taza de chocolate caliente y los discos de Yann Tiersen en las calles de París.

Se me ha antojado un abrigo rojo y una cartera verde porque el cielo se ha vuelto gris.

Miro al sol que sonríe lejano debajo de un colchón de nubes, despidiéndose.

Por alguna razón que poco comprendo me rondan ciertos recuerdos de la infancia, de otras lluvias, anudando la nostalgia en mi estómago.

Cuando era chica, en los días de lluvia, mi mamá nos dejaba quedarnos durmiendo hasta tarde y amasaba sopaipillas con zapallo para la hora del té.

Cuando era chica, mi mamá nos tejía bufandas y chalecos de lana todos los años, y en las noches más frías le pedía a mi hermanito menor que se metiera a mi cama como guatero para poder dormir.

Ha caído la primera lluvia y el aroma esta mañana es otro, el cielo es otro y tal vez hasta yo, sea otra también.

jueves, 3 de junio de 2010

El mejor Otoño en años

Hoy desperté muy cansada, me costó 45 minutos salir de las sábanas y eso porque mi media naranja como un dulce reloj me daba un beso o un abrazo cada tanto mientras se arreglaba para salir, susurrando el avance de los minutos como una sentencia fatal.



Entro a la ducha con los ojos cerrados esperando que el golpe del agua acelere el proceso. Para cuando eso sucede ya habían pasado 20 minutos más. Miro el noticiario y de pronto me doy cuenta que tengo apenas 10 minutos para salir si no quiero llegar retrasada y no me he vestido aún. En tiempo récord me pongo una tenida ya probada (no queda tiempo para armar combinaciones nuevas), me tomo el pelo mojado en un tomate, lanzo las cosas al bolso y salgo. Una vez fuera del edificio noto que mi tenida en realidad no está acorde a la temperatura del día y con el pelo mojado (empapado) me congelo, sin embargo un vistazo breve al reloj anula cualquier tentativa de volver a cambiarme.

Helada y con muchísimo sueño aún noto el tráfico abundante en la esquina y decido cruzar por el Parque hasta el metro porque voy con la hora justa. Mientras camino pienso que necesito urgente vacaciones, que tengo demasiados proyectos, que he dormido 4 horas diarias en promedio esta semana, que tengo demasiado frío, que me carga el invierno.

El metro demora, algún accidente tal vez, que ya nadie se molesta en explicar y tardo 18 minutos en 2 estaciones. En la combinación el alto parlante anunciando como de costumbre que existe un retraso en la línea y la estación rebalsa, calculo que no me subiré al carro al menos hasta el próximo o el siguiente tren. Llamo al trabajo para avisar, "Los proveedores están por llegar" me señalan... "Que pasen y esperen en mi oficina, voy pronto". Pienso en que al menos debí peinarme un poco más.

Cabeceo de pie el resto del trayecto y recuerdo que con el apuro dejé conectado mi disco duro al Macbook, ojalá no necesite esos archivos hoy.

Salgo del metro casi corriendo y el golpe de frío afuera me recuerda mi pelo mojado. Camino pensando que ya no tengo tiempo ni para comprar algo que parezca un desayuno. Avanzo tan distraída que casi tropiezo con una señora que podría ser mi abuela, que con un maravilloso abrigo beige, unas altísimas botas de cuero, boina y cartera, recoge hojas secas en la vereda.
Me mira y me lanza una mirada cómplice y mostrándome la que tiene en la mano me dice: "Estas hojas son maravillosas", luego levanta la vista al entorno y sentencia dichosa: "Este es el mejor otoño en años".

Sonrío. Observo con detención a mi alrededor y en efecto las hojas caídas tienen matices rojizos en los bordes, de hecho la calle parece una cuadro clásico de otoño, con las hojas arremolinadas revoloteando a poca altura y todo teñido de amarillos, anaranjados y rojizos.

No es cierto que haga tanto frío y mientras retomo mi ruta me doy vuelta a mirar a la recolectora cada tanto. Ahora pienso que debí haberle dado las gracias.

El tiempo que todo lo cura

"No puedo volver al ayer porque ya soy una persona diferente" Lewis Carroll La etapas de Crisis te permiten un conocimi...