lunes, 8 de septiembre de 2014

Sin tiempo para despedidas


"La Rosa y la Muerte", Beatriz Martin Vidal


La muerte me ha tocado pocas veces de cerca y siempre que lo hace abre mil preguntas. Hoy ha estado aquí a un par de pasos y todavía tengo anudado el pecho y me tiemblan las manos.

Una de mis colegas del trabajo ha muerto hace una par de horas, casi en la puerta de nuestras oficinas, atropellada por un microbus, cuando venía de vuelta de unos trámites en el banco.

No estamos en una avenida concurrida, apenas un callejón sin salida de escaso tránsito.

Al principio un rumor de accidente en la calle, hasta que alguien nota que ha pasado mucho tiempo y ella no ha vuelto. Y entonces otro baja, algunos corren, pero ella yace ya en el cemento, sin vida.

Parece mentira que nos saludamos esta mañana, parece mentira que cualquier día nos vayamos sin tiempo para despedidas. Y aunque no éramos amigas íntimas, era un niña bajita y dulce, con un bebé de meses con el que iba a almorzar todos los días, a la que todos le tenían aprecio.

Su mamá y familia han venido desesperados gritando. Yo no he tenido fuerza para acercarme al lugar del accidente y apenas a ellos los he visto de más lejos. El dolor debe ser terrible. Y aunque aquí todo el mundo quedó desconcertado o derechamente desconsolado, hay que seguir trabajando. Aunque afuera, aún en el cemento, ella espera la llegada del Servicio Médico Legal.

En el diccionario se define Indolencia como la "Incapacidad de conmoverse". Porque aunque apenas pueda entenderlo, aquí parece que importan más los negocios que las personas.

Y si, ahora estoy triste por la Juanita, pero también por descubrir que la vida de una persona ni siquiera vale una pausa para los que lloran su partida.


El tiempo que todo lo cura

"No puedo volver al ayer porque ya soy una persona diferente" Lewis Carroll La etapas de Crisis te permiten un conocimi...