miércoles, 27 de febrero de 2013

Memories#1 Tallarines con carne


Me acordé que cuando era chica, mi abuela materna que vivió una temporada con nosotros, solía ser nuestra cómplice y defensora en todas las embarradas que cometíamos (que no eran pocas), mediando entre mamá y nosotros. Era una amiga "grande" a la que te apenaba defraudar, y siempre conseguía mucho más de nosotros que la mamá con sus retos.

Una vez, unos días antes de mi cumpleaños, que es en pleno invierno, ocurrió una tragedia terrible, el mejor amigo de mi papá murió en una avalancha en la cordillera y todo se volvió gris en la casa. Todavía recuerdo que afuera nevaba cuando mamá apareció en la puerta con su abrigo mojado y llorando. Mi abuela la abrazó entre sollozos y la llevó al dormitorio.

En los días que siguieron papá partió a la cordillera a colaborar en el rescate de los que sobrevivieron. En ese momento no lo entendí, pero hoy creo que debe haber sido un momento muy difícil para él. Y nosotros que no comprendíamos bien la muerte, pero adivinábamos la tristeza en sus rostros, hasta hablábamos más bajito y procurábamos portarnos bien.

El día de mi cumpleaños fue el funeral con honores en la Iglesia de la Plaza principal, pero nosotros éramos chicos y nos quedamos en la casa con mi abuela. No era día para tortas ni celebraciones. Mis papas salieron temprano antes que nos despertáramos y mi abuela me abrazó apenas aparecí en el living con pijama y me dijo. "Bien, desde hoy los cumpleañeros deciden en su día que se hace de almuerzo en la casa". Va a sonar tonto, pero en esa época las cosas no eran como hoy, uno comía lo que le servían y punto, aunque no le gustara y jamás me habían permitido sugerir un menú.

-¿Lo que yo quiera?¿de verdad?
- Si pues, ya estás grande. Así que hoy día decides que comen todos.
- Entonces quiero tallarines, tallarines con carne molida y sin salsa de tomates, con cebolla chiquitita no más.

Mi abuela se puso a reír con ganas y mi hermana a reclamar que mi abuela había dicho "cualquier cosa" y yo la muy tonta había elegido fideos.

Esos deben ser los mejores tallarines que he comido en la vida. De hecho el sólo recuerdo hace que me de un antojo enorme de ellos cuando hoy día no soy muy fanática de la pasta y como sólo de cuando en vez. Mi mamá, desde entonces, aún cocina el plato favorito de cada uno en su cumple siguiendo los dictámenes de la abuela.

Probablemente los tallarines con carne molida me van a llevar siempre a mi cumpleaños número siete y la habilidad de mi abuela para convertir las cosas más pequeñas en grandes detalles. Y aunque el Alzheimer nos la robó mucho antes de que partiera, yo guardo todos esos recuerdos para que permanezca conmigo.¡Te extraño Nora!

6 comentarios:


  1. Que hermosos recuerdos!
    Tengo la suerte de tener a mi abuela conmigo, y me mima hasta el día de hoy. Hay personas que tienen el don de darle un significado especial a las cosas mas simples o dificiles de la vida.

    Un abrazo gigante!

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  2. Qué lindo es recordar cosas como estas. Recordé la de ratatoille, ves que al final el sabor gana porque lo lleva a recordar su infancia.

    Es maravilloso cuando pasa, simplemente no puedes entender como es posible que los más pequeños detalles se encuentren tan vivos. Acá también acostumbramos darle su lugar a los antojos del cumpleañero y más le vale a éste aprovechar jajaja.
    Muy buena manera de tener a tu abuela contigo todavía :)

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  3. Qué rico! Y qué tragedia! (a mí también me han tocado noticias terribles en el día de mi cumple)
    Y es cierto, a mí tampoco me consultaban el menú cuando era chico.
    Un saludo

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  4. Que grandiosa su Abuela!!! Esos detalles son los que hacen grande la vida, saludos!!!

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  5. Cuando nos dicen de buenas a primeras que pidamos un deseo se nos ocurre cualquier cosa sin pensar y puede que ese deseo no lo queramos tanto pero con el tiempo vemos el valor que la vida le ha dado y sabemos entonces que no pudimos haber elegido mejor.

    Tenía una tía a la que me parecía mucho y me enojaba cuando me lo decían porque para mi, esa tía era muy fea. Ocurrió entonces que para no olvidarla, el destino decidió que muriera el día de mi cumpleaños.

    Un beso.

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